Cuentos de los Hermanos Grimm (ilustrado) by Hermanos Grimm

Cuentos de los Hermanos Grimm (ilustrado) by Hermanos Grimm

autor:Hermanos Grimm [Grimm, Hermanos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1815-01-01T00:00:00+00:00


Otra vez su corazón se llenó de pesar, pero el tercer sueño le mostró de nuevo la imagen de la cabaña de la anciana. Fue entonces a verla, y la sabia mujer la consoló, le dio una rueca de oro y le dijo:

—Todavía no hemos terminado. Espera a que salga la luna llena otra vez, coge entonces esta rueca y siéntate en la orilla e hila un huso completo; y cuando hayas terminado, deja la rueca cerca del agua y ya verás lo que sucede.

Todo lo hizo la joven como le habían dicho. Apenas salió la luna llena, cogió la rueca, se sentó e hiló sin parar hasta que el lino desapareció y el huso estuvo lleno de hilo. Tan pronto como dejó la rueca en la orilla, el agua empezó a burbujear con más violencia que las veces anteriores, y una ola gigante se la llevó hacia el fondo.

Un momento después apareció el cuerpo del cazador envuelto en un gran chorro de agua. El joven saltó rápidamente a la orilla, cogió a su mujer de la mano y huyó con ella.

Pero apenas se habían alejado, el lago entero se levantó entre terribles rugidos e inundó los campos con una fuerza irresistible. Los fugitivos pensaron que no habría salvación para ellos, mas, aterrada, la mujer recurrió a la anciana pidiéndole ayuda; al instante se transformaron él en un sapo y ella en una rana. Cuando la inundación los alcanzó no pudo matarlos, pero los arrastró lejos y los separó al uno del otro.

Por fin las aguas se calmaron y volvieron a pisar tierra firme. De inmediato recobraron su forma humana. Pero ninguno de los dos sabía dónde podía estar el otro; se encontraban entre gentes extrañas que nada sabían de su tierra. Altas montañas y profundos valles los separaban. Tuvieron que cuidar ovejas para ganar su sustento, y durante largos años condujeron sus rebaños a través de campos y bosques con el corazón lleno de tristeza y pesar.

Un día de primavera, cada uno conducía su rebaño, cuando quiso la casualidad que se encaminaran hacia el mismo sitio. Al divisar una majada en la pendiente de una montaña, el marido se dirigió hacia ella. Se encontraron en el valle, pero no se reconocieron. Aunque se alegraron, puesto que por lo menos no estaban solos. Todos los días, desde ese momento, llevaban a pacer juntos a sus animales; no hablaban mucho, pero se sentían reconfortados.

Una noche de luna llena, mientras las ovejas reposaban sobre la hierba, el pastor sacó una flauta de su bolsillo y tocó una hermosa melodía, pero también muy triste. Cuando terminó, vio que la pastora lloraba amargamente.

—¿Por qué lloras? —preguntó.

—¡Ay! —dijo ella—. La luna llena brillaba como ahora cuando yo toqué esa melodía por última vez con una flauta y la cabeza de mi esposo emergió del lago.

Entonces él la miró y le pareció como si un velo cayera de sus ojos. Reconoció a su querida esposa, y cuando ella le miró a la cara bajo la luz de la luna, también le reconoció.



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